Male Ibarra
Autoevaluación
Desde muy chiquita, siempre sentí un gusto especial al sentirme observada en la escena. En las presentaciones del colegio sentía una satisfacción al estar al frente y luego, entendí que ejecutar era eso que me encantaba; ese poder bailar o actuar mientras mis papás en primera fila aplaudían al verme. Así, más adelante conocí el teatro, y tan solo a mis 11 años ya sabía que de grande quería ser actriz. Siempre lo consideré una decisión segura pero que en el fondo me asustaba. Cuando tú haces teatro en el colegio la gente te aplaude, te llama extrovertida y valiente. Cuando dices que quieres ser actriz de por vida, la gente siente lástima por ti, creyendo que decidiste un camino hacia el infortunio.
Recuerdo que el primer día a clase en la facultad de Artes, sentía ese miedo brotar, ese miedo que me decía una y otra vez en la cabeza “¿Qué pasa si no soy lo suficientemente buena?” “¿Qué pasa si esto no es lo mío?” “Qué pasa si todo el mundo tiene razón y no se puede sobrevivir de ser artista”.

Todos esos miedos se esfumaron desde el momento en el que encontré a mis compañeros, igual de perdidos, porque a nadie le habían avisado cual era el salón de clases. Desde ese día encontré amigas que se convirtieron en familia y un lugar al que llamo segundo hogar. Hoy puedo decir tranquilamente que no habría tomado otra decisión en mi vida, y que miraría atrás mil veces sólo para recordar lo que fue mi camino en la carrera, todo lo que aprendí, la persona/artista en la que me convirtió y de la que me enorgullezco hoy en día.
Estando en primer semestre, con sólo dos semanas de clase, me encontraba en Elementos de Puesta en Escena I con Víctor Quesada haciendo un ejercicio de correr por el espacio. Ese día mi mamá había tenido que irse a Francia, sin previo aviso, porque mi hermano estaba allá, hospitalizado y en cuidados intensivos. En un momento no pude contenerme más y empecé a llorar a mitad de la clase. Víctor lo notó e hizo una clase (que en la retroalimentación del primer corte me dijo que la había hecho por mí) en la que cada uno hablaba de cosas personales sin tener que contarlas en sí; algunos lloraron y todos estaban muy entregados. Recuerdo perfectamente que al final de la clase todos hicimos un círculo y nos abrazamos. Ese día entendí que había elegido bien mi carrera y que me encontraba en un lugar seguro, no solo rodeada de personas talentosas sino también seres humanos entregados por completo. Hasta el día de hoy considero que hago parte de una formación humana increíble y no podría sentirme más afortunada, porque he tenido maestros y compañeros que me han acompañado y guiado desde el primer día hasta ahora.
Ahora, esa misma convivencia y ese mismo trabajo con el otro es algo que prevalece en mí desde ciclo básico y que traje conmigo hasta ciclo profesional. La conciencia de trabajo grupal tuvo su auge en mí en el Cierre de Ciclo Básico cuando trabajé con todo mi semestre “Contact impovisation” dirigido por Ralf Jaroschinski. Fue un proceso muy interesante ya que, el día de la presentación, estaba establecida una estructura base, pero todo era improvisado. Recalco la capacidad de escucha grupal y el trabajo colectivo tanto de creación como de desarrollo, en el que se evidenció una de las bases principales que se implantan desde un inicio: la escucha. Así mismo, la improvisación en contacto es un trabajo que me permitió proponer y ser escuchada, pero también me permitió escuchar al otro y aceptar lo que me está ofreciendo.
Un semestre después, en tercero de Artes Escénicas, empecé a hacer doble carrera con Diseño Industrial y en quinto semestre decidí retirarme. Llevaba un buen tiempo sintiendo que me había alejado del arte y había en mi un vacío muy grande, obligándome a mí misma a reencaminarme en lo que realmente quería hacer en un 100%. En sexto semestre empecé de nuevo solo con Artes Escénicas y cursé Actuación para la Cámara con el profesor Felipe Correa. Para mí esta asignatura fue un redescubrimiento personal muy grande en el que volví a poner los pies en la tierra ante lo que realmente me apasiona. Hice una escena de la película “Juno "en la que logré un trabajo de guion y de creación de personaje en el que debía ser una adolescente de 16 años, embarazada por su mejor amigo, pero al mismo tiempo muy despreocupada ante la vida. Así, a través de la virtualidad, construí un personaje no solo desde la palabra sino también desde el físico y la acción, cosa que en un principio consideraba complejo desde una pantalla.
Recuerdo que Feli en la retroalimentación de la escena me dijo que sí me veía embarazada, lo cual fue curioso porque no me puse nada en el cuerpo, sino que elegí posturas y cualidades corporales que insinuaran que lo estaba. Además, logré una conexión con mi compañero de escena que hizo que la situación se viera real. Gracias a esta escena me di cuenta de que tenía muy buena memoria para aprenderme guiones al pie de la letra y profundicé teóricamente el análisis de escenas. Fue después de este proceso de “Juno” en la que tuve la tranquilidad de estar donde quería estar y reafirmé el énfasis que quería tomar en mi carrera porque, a pesar de estar trabajando todo de manera virtual, encontré una conexión actoral conmigo misma, con mi maestro y con mis compañeros, aún sin haberlos conocido en persona. Haberme retirado de diseño ha sido una de las mejores decisiones que he tomado, porque me encontré a mí misma como actriz en un punto muy honesto y verdadero que no había conocido antes, ya que pude centrar el 100% de mi atención en lo que realmente me llena.
En ese mismo semestre vi Laboratorio de Diseño para la Escena con Milena Forero e hice un portafolio final basado en el libro “La Selección” adaptado en una versión circense y con todo lo que se necesitaba en cuanto a diseño de arte (contexto de la historia, referentes, vestuarios, escenografía teatral y audiovisual, utilería, ambientación, paletas de color, etc). Para mí fue muy curioso porque acababa de salir de la carrera de diseño y, aun así, metí esta asignatura con toda la consciencia del mundo. La verdad es que aprendí un montón sobre todo lo que ocurre detrás de escena en el diseño de arte y hoy en día me encanta trabajar en el diseño de arte.
Entendí que el diseño sí me gustaba, pero enfocándolo hacia la parte escénica, porque me interesa saber todo lo que pasa en su totalidad, recalcando que en la escena todo significa. El vestuario, la escenografía, la utilería, el espacio, etc, tienen que ser factores coherentes tanto con la historia como con el mismo personaje, por eso, desde mi rol de actriz, estas pequeñas cosas me llenan de claridad la totalidad de lo que estoy habitando. Fue gracias a todo el trabajo invertido en ese portafolio que descubrí una pasión que no conocía e incluso, enfoqué mi proyecto final de Laboratorio de Exploración Audiovisual con David Moncada hacia el diseño de arte para la cámara. En estas tres asignaturas, además, aprendí sobre planos, angulaciones, movimientos, edición y todo aquello que hace parte del trabajo de cámara. Como actriz valoro y atesoro todos estos conocimientos ya que no sólo generé potencial como creadora a nivel audiovisual, sino que, el día de mañana, en momentos laborales, sé qué ocurre con la cámara y cómo puedo trabajar a favor de ella, porque entiendo lo que está pasando.
En séptimo semestre, encontré en el ensamble de Soundpainting con David Moncada y Felipe Ortiz un nuevo reto para mi formación como artista. Desde siempre me ha costado ser una persona que se arriesga y que propone, va en mi forma de ser y lucho constantemente con esto. Aun así, en este ensamble me vi expuesta y en riesgo. Al estar improvisando a través de las señas del director, ocurre que, en cualquier momento, estoy sola en escena y soy responsable de generar material por mi cuenta. Dentro del rol de bailarina, esto me llevó a improvisar desde la palabra, desde el cuerpo, desde el movimiento, proponiendo desde cero y siendo una creadora en el momento presente. Fue una exploración interesante abarcar este ensamble haciendo énfasis en el movimiento, porque dentro de todo, la narrativa estaba viva en la escena, por lo tanto, dentro de ese danzar había una particularidad actoral muy interesante donde surgían diferentes personajes o situaciones que no necesitaban de la palabra. Aquí aclaré ese potencial de creación del que a veces dudo porque me da miedo equivocarme, y le agradezco a la técnica de Soundpainting el abrazo al error, porque gracias a esto me encontré en escena de una forma que no había ocurrido antes y me confirmé a mí misma que si puedo proponer y crear sin miedo a fallar en el intento.
Así mismo, en octavo semestre repetí el ensamble de Soundpainting con David Moncada, pero esta vez realicé todo el proceso desde el rol de actriz. Así, logré analizar la improvisación desde dos perspectivas en ese semestre: la improvisación ligada al impulso, la espontaneidad y el juego en la técnica básica, y la improvisación “liderada” a partir de las señas en donde la dramaturgia lograba convertirse en el factor central en el ensamble. Siento que encontré un amor profundo hacia la improvisación, principalmente porque me encontré en un lugar seguro donde pude potencializarme como actriz. Hallé una facilidad por la comprensión de una plataforma, que rápidamente se convirtió en la base del estar en la escena y que además de adhirió de una forma imprescindible. Así mismo, la improvisación potencializó mis posibilidades como actriz creadora, sintiéndome cada vez más segura de generar nuevo material a partir del ahora.
En este mismo semestre, vi la Técnica Básica de Improvisación Teatral con Felipe Correa. Desde siempre me he considerado una persona muy mental, por lo que ver Improvisación suponía un gran reto. Sorprendentemente, encontré en esta técnica un lugar seguro en el que observé un gran cambio dentro de mí. Inicié el proceso siendo una Male racional, tratando de entender todo lo que estaba pasando, y terminé en una Male que no tenía que entender el juego, sino que lo vivía y luego lo llevaba a la escena.
En esta técnica encontré diferentes herramientas actorales que siento que ya tenía dentro de mí, pero no de manera consciente. Por otro lado, evidencié diferentes factores que me representan como actriz y surgieron muchas preguntas alrededor de cómo veo las emociones desde mi rol.
Aquí, me gustaría devolverme a segundo semestre en Ciclo Básico, en Principios de Actuación II cuando Mario Escobar me abrió las puertas hacia el Clown. Me enamoré de esta técnica desde el inicio por eso que hay detrás de no tener miedo a hacer el ridículo. En quinto semestre metí ensamble de Clown otra vez con Mario Escobar, y destaco de ambas experiencias la visión que creció en mí en el campo de la actuación, donde me sentía más segura que nunca, jugando y haciendo el ridículo todo el tiempo. Mi timidez quedó de lado desde el momento en el que conocí con Mario la magia del clown, y es una técnica que hasta el día de hoy me encanta ejecutar. Lo traigo a flote porque en la improvisación encontré una comodidad y facilidad en la escena de hacer reír a los demás y siento que fue esto lo que me hizo entrar en confianza a la hora de crear en el momento presente.
En octavo semestre, hice parte del ensamble de Teatro Gestual dirigido por Leonardo Martínez. Aunque para mí supuso un gran resto entrar a un ensamble en el que no había visto la Técnica, me vi sometida al reto de crear a partir de la partitura de movimiento. Como artista escénica, el cuerpo siempre ha supuesto un lugar muy importante en mi proceso y fue interesante tomar esa consciencia por fuera de la danza e involucrándola al teatro gestual. De aquí me llevo principalmente la importancia de un cuerpo entrenado y la precisión que, como actriz, debo tener con mi cuerpo, para poder transmitir con él y no andar diciendo cualquier cosa.
Paralelo a esto, también realicé, en clase de Laboratorio de Exploración Audiovisual con David Moncada, siendo esta la segunda vez que cursaba la asignatura, un cortometraje llamado “Coincidir”. Este fue un proceso creativo conjunto en el que dos compañeras y yo tuvimos una idea que luego plasmamos en un guion, escrito por una de ellas. De este trabajo resalto muchas cosas: primero, la forma en la que hay versatilidad de roles y la capacidad de poder asumirlos, así, logré ser parte de la preproducción y producción del proyecto, ya que todo lo ejecutamos siempre entre las tres, sin ayuda de nadie externo. Así mismo, actoralmente realicé un proceso de creación de personaje teniendo en cuenta el detalle que requiere trabajar ante la cámara, planteando un contexto realista en de la historia. Dentro de este proyecto tuve la gran sorpresa de involucrarme emocionalmente en la narrativa, de una forma muy honesta que se vio reflejada en el resultado final. Creo que ha sido uno de los mejores proyectos que he hecho en la carrera.
Para terminar, soy consciente de que la Male que entró hace cuatros años a la carrera definitivamente no es la misma que está escribiendo esto. Me llena de nostalgia recordar el camino y ver como éste se termina, pero también me llena de emoción y un poco de nervios no saber la incertidumbre que viene. Ahora, tengo el reto de canalizar todo el aprendizaje adquirido en estos últimos años y ponerlos en pro de mi proceso actoral. Anhelo poder ser una actriz versátil, capaz de hacer roles completamente opuestos y que no se encasille en un lugar cómodo. Anhelo también encarnar mil vidas y aun así nunca perder mi esencia, y anhelo poder mirar atrás y agradecer cada vez más lo que la carrera me brindó como artista y ser humano.